Mientras
medita, Libodio recibe la visita de su padre, muerto
mucho tiempo atrás.
La imagen
ectoplásmica del anciano flota cerca del techo de la habitación.
― Vengo a
darte consejo en estos momentos de angustia, hijo mío. Solo escucha y no digas
una palabra.
Antes
de poder pensarlo, como un reflejo
instantáneo, Libodio replica retador.
― Pero
¿Porqué?
El espectro
paterno arde como las llamas de la ira.
―¿ Lo vez
? Nunca me escuchas y haces lo contrario
a lo que te digo. ¡Encuentra las respuestas tu mismo!
La
aparición se desvanece en el aire dejando la habitación en una profunda
oscuridad.
Desde
entonces Libodio pasa las noches en vela, invocando al espíritu de su padre,
esperando que alguna vez este regrese para darle su orientación.
Comentarios